martes, 24 de junio de 2008

Kalakorkos en Internet

Según los datos facilitados por los responsables del proyecto DIALNET de la Universidad de La Rioja, la revista KALAKORIKOS, editada por la asociación Amigos de la Historia de Calahorra ha conseguido entre los meses de noviembre 2007 y marzo 2008, un total de 22.116 descargas de sus artículos.

En 2004, la asociación Amigos de la Historia de Calahorra firmó un convenio con la Universidad de La Rioja para la inclusión de la revista Kalakorikos en Internet a través del proyecto DIALNET. Gracias a este convenio la revista Kalakorikos es accesible a través de Internet, a texto completo, desde su primer número.

DIALNET nace en 2001 como un servicio de la Biblioteca de la Universidad de La Rioja. Es un portal de recursos y servicios documentales centrado en mejorar la visibilidad y el acceso a la literatura científica hispana, y en potenciar el acceso libre y gratuito a la misma.

DIALNET empezó siendo una hemeroteca virtual que trataba de incluir todas las revistas científicas y culturales hispanas. Poco a poco ha ido integrando todo tipo de documentos (libros, tesis doctorales….) y se ha convertido en la mayor base de datos de su género accesible de modo libre y gratuito. Ahora cuenta con más de 1.600.000 documentos, de los cuales casi 200.000 están accesibles a texto completo.

Entre esos casi 200.000 documentos que son accesibles a texto completo figura nuestra revista KALAKORIKOS, y según los datos facilitados que también adjuntamos a esta nota, las cifras de descarga de artículos de nuestra revista no solo son importantes sino que son muy parecidas a las de la revista Berceo (editada por el IER), pero con la diferencia que, de la revista Berceo hay muchos más artículos a texto completo porque se viene editando desde los años cuarenta.

Este interés por los artículos de la revista, que es editada y financiada íntegramente por la asociación, sin ningún tipo de ayuda oficial, nos anima a seguir trabajando en la divulgación de nuestra historia, uno de los objetivos fundamentales de la asociación, que año tras año, estamos consiguiendo gracias a la revista KALAKORIKOS.

Yacimiento de La Clínica en Calahorra

DESCRIPCIÓN DEL SECTOR "LA CLÍNICA"
Gutiérrez Achútegui en su Historia de Calahorra hace contínuas alusiones a los hallazgos que tuvieron lugar en la primera mitad del siglo XX en esta zona: pila de los moros, Dama de Calahorra, cerámicas, estucos, etc.
No será hasta comienzos de la década de los setenta (1972) cuando gracias al Seminario de Arqueología de la Universidad de Navarra, se lleven a cabo los primeros sondeos en esta zona arqueológica dirigidos por el profesor D. Alejandro Marcos Pous, dando como resultado el hallazgo de diversos lienzos de sillería. En 1976, J. Gómez Pantoja, en el Symposium de ciudades augústeas que se celebra en Zaragoza presenta un avance de las prospecciones realizadas, interpretando erróneamente los hallazgos como correspondientes a la muralla.
En 1980, los espectaculares lienzos aparecidos tras los desmontes efectuados a nivel del camino inferior supone la planificación por parte de la Universidad de Zaragoza de una serie de campañas arqueológicas que durarán hasta 1984, dirigidas por el profesor D. Urbano Espinosa Ruiz. A lo largo de estas campañas, se exhuman los restos de una mansión datada desde los últimos decenios del siglo I hasta la segunda mitad del siglo III, e incluso una ocupación residual que perdura hasta el siglo V. La domus posee según Espinosa paredes de óptima factura, sólidamente cimentadas y levantadas con gruesos bloques escuadrados, no faltando tampoco sillares bien labrados; El edificio estaba decorado con los elementos básicos de suntuosisdad y confort de las mejores viviendas romanas; poseía magníficas columnas, los suelos estaban pavimentados con mosaicos y sus paredes decoradas con estucos y pinturas. Era una mansión en verdad suntuosa y noble, en la que concurrían los ingredientes más refinados de la sociedad hispana.
El abandono del yacimiento durante la segunda mitad de la década de los ochenta, hace que el Ayuntamiento de Calahorra promueva su recuperación. En 1990, bajo la dirección de D. Alejandro Bermúdez Medel, se procede a la limpieza, saneamiento, restitución de perfiles y niveles obtenidos en las
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excavaciones, restitución y consolidación de estructuras, y adecuación de pisos.
A finales de los noventa, un sector del yacimiento de La Clínica, es incluido en el proyecto Calagurris Iulia, proyecto que en sus objetivos plantea la recuperación, consolidación y musealización del casco antiguo de Calahorra. La excavación arqueológica desarrollada durante el año 2001 da como resultado el hallazgo de estructuras termales, una necrópolis y un colector. La necrópolis consta de 24 inhumaciones sin ningún tipo de ajuar, ubicadas directamente sobre los restos de termas y en dos tipos de enterramientos: fosas excavadas directamente en la tierra y otras realizadas con lajas de arenisca. El período de ocupación de este espacio cementerial se establece en un momento indeterminado entre el siglo IV y el periodo altomedieval. En cuanto a los restos de las termas, se identifica el praefurnium, hipocaustum, parte de una piscina y un pequeño desagüe. Su utilización va desde época claudia hasta mediados del siglo IV. También se encontró un colector de grandes dimensiones, con muros de sillería paralelos y posiblemente con cubierta que no se ha conservado. El colector estaría vinculado a la red de saneamiento de la ciudad y al complejo termal detectado no solo en este sector de La Clínica sino también en las inmediaciones (calles Eras, San Blas y Pastores).
INTERVENCIONES
PRIMERA INTERVENCIÓN 1972
Gómez Pantoja, J.
La ciudad romana de Calahorra
Symposion de Ciudades Augústeas II - Bimilenario de Zaragoza, pp.185-189
Zaragoza 1976
La excavación tuvo lugar en los desmontes existentes al norte de Calahorra, donde la altura en que se halla enclavada la población desciende bruscamente hasta el nivel de la terraza inferior. Allí se realizaron dos zanjas separadas entre sí unos cien metros, en las que apareció un tramo del muro de fortificación. La muralla estaba formada por dos paredes de sillares de buen tamaño, separadas entre sí y enlazadas de tramo en tramo por unos tirantes perpendiculares, que formaban compartimentos rellenos con materiales de derribo. La excavación proporcionó abundantes fragmentos de cerámica del siglo I, pero todavía no puede descartarse la posibilidad de que se trate de una fortificación tardía, construida en el Bajo Imperio ante la amenaza de los germanos
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SEGUNDA INTERVENCIÓN 1979-1984
Espinosa Ruiz, U.
Excavaciones en el municipio Calagurris Iulia (Campaña 1980)
Inauguración de la casa Municipal del Arte - Exposición de arqueología calagurritana, pp.31-48
Calahorra 1982
Las prospecciones de 1972 y los trabajos de extracción de tierras realizados junto al camino en 1979, ya habían dejado al descubierto varias paredes y materiales que probaban la existencia de una vivienda romana. Destacaba un gran lienzo de muro que servía también para contención de la ladera; es de aparejo heterogéneo; junto a pilastras de grandes sillares, dos de los cuales tienen insculpida una "R" a modo de marca de cantero, vemos espacios intermedios construidos con mampuesto tosco y de mala calidad. De este gran lienzo arranca una pared perpendicular en dirección suroeste-nordeste, conservado sólo en su arranque y que sin duda servía de separación de estancias: es de buena fábrica a base de grandes bloques escuadrados en sus cuatro caras. En un nivel superior de la terraza afloraban también vestigios de otros muros.
Las excavaciones sacan a la luz una domus urbana de gran tamaño y de notable monumentalidad, en segundo lugar, fue construida parcialmente en pendiente, lo cual exigió trabajos previos de explanación hasta lograr varios aterrazamientos; en tercer lugar, la planta no parece que reproduzca rigurosamente la distribución de espacios interiores en la forma tradicional y clásica romana, quizás por las limitaciones impuestas por la accidentada topografía.
En el trazado del edificio son fundamentales dos grandes líneas paralelas en dirección noroeste-sureste, que no son otras que las seguidas por la explanación de la pendiente para lograr horizontes de habitación; esa doble línea paralela de ruptura de la ladera se protege y refuerza con sendos muros de contención, el primero es el que ya aparecía parcialmente al descubierto desde hacía algunos años, el segundo más al suroeste fue despejado a lo largo de la campaña de 1980. En consecuencia estamos ante una vivienda asentada sobre tres planos horizontales distintos,
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cuyo corte transversal ofrece un perfil escaleriforme; de esos tres planos, el más elevado corresponde al de la terraza geológica originaria que apenas exigió obras de nivelación.
Entre los dos muros paralelos de contención hemos constatado otros transversales de los que se han descubierto dos, y que dan lugar a las diversas estancias de la vivienda, Estos últimos permiten identificar total o parcialmente tres de ellas en la zona donde se han centrado los trabajos; la de más al noroeste, aunque no descubierto aún su cierre extremo debía de ser de grandes dimensiones ( c.. 7x10 m.); una gran losa en el suelo apunta la posibilidad de que estuviera dotada de columnas o de pilastras. La siguiente, en dirección sureste, mide 4.5 x 10 m. Y la última, cuya superficie es conocida parcialmente, destaca por tener su piso a más profundidad que las dos anteriores y porque en ella se ha descubierto in situ la parte inferior de una magnífica columna parcialmente estriada; bien pudiera tratarse de una primera columna en una serie de varias más aún ocultas, lo que sugerirá que estamos ante un posible atrium; no obstante, mientras no se continúen los trabajos, tal afirmación sólo debe ser valorada como una hipótesis plausible.
Lo cierto es que se trata de un edificio de notable monumentalidad y con ambiciones suntuarias; las paredes son de óptima factura (65/70 cm de ancho), sólidamente cimentadas y levantadas con gruesos bloques escuadrados al exterior, no faltando de vez en cuando entre ellos auténticos sillares, alguno de ellos alcanza un tamaño de 1.32 x 0.66. El edificio estaba decorado con los elementos básicos de suntuosidad y confort de las mejores viviendas romanas; a más de las columnas citadas, los suelos estaban pavimentados con mosaicos y sus paredes decoradas con estucados y pinturas. Debido al abandono y a la ulterior reocupación tardía en precario de la vivienda, los mosaicos fueron totalmente destrozados y reducidos a simples manchas de teselas; también las pinturas murales sufrieron enormes destrozos, pero se han podido recuperar importantes fragmentos que se caracterizan por una rica gama cromática y por la variedad de temas: figuras humanas, geométricos y florales; parecen ser obra de alguna de las mejores escuelas cultas del occidente del Imperio. La estructuración de la decoración pintada debía consistir en un zócalo de más de un
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metro de altura y por encima una compartimentación en campos cuadrados o rectangulares sobre fondo blanco, dentro de los cuales se ejecutan los temas pictóricos. La decoración de las estancias se completaba con cornisas, cenefas, y otros recurso complementarios realizado en yeso de lo cual las excavaciones han proporcionado suficientes testimonios.
La construcción de la domus ha de datarse en los últimos decenios del siglo I d.C. o como más tarde en los primeros años del s. II,; ese es el marco cronológico que sugieren las pinturas conservadas y los perfiles de cornisa datables en época flavia. Hay que presuponer a partir de tal momento una continuidad en la utilización de la casa a lo largo del Alto Imperio, probablemente hasta la segunda mitad del S.III d.C. Se ha constatado que la vivienda sufrió un abandono total en un momento indeterminado que datamos hacia esa época del S.III, por justificarlos en concordancia con un marco histórico amplio de crisis, de ruina y de trastocamiento profundo de la pacífica y ordenada vida que las provincias romanas habían vivido durante los dos siglos y medio anteriores. El abandono de la vivienda se sustenta en varias pruebas arqueológicas; no solo por la naturaleza de la precaria y parcial reocupación posterior, de la que enseguida hablaremos, sino también por la ausencia de rastros de incendio o de catástrofes puntuales similares, por la degradación total de pinturas y mosaicos y por la ausencia de ajuares pertenecientes a la etapa altoimperial.
Tras el abandono, se hundiría irremediablemente el edificio entero o, al menos, grandes áreas del mismo, como por ejemplo la habitación intermedia y la situada más al noroeste. Se constata que por encima del nivel rico en estucos y pinturas desprendidas de los muros se sitúa otro extenso y denso formado por la techumbre de tégulas venidas abajo; este manto cierra sin duda toda una etapa;
La reutilización de la domus en la antigüedad tardía
Con posterioridad a la crisis del siglo III, el noble edificio del Alto Imperio, ya ruinoso y decrépito, fue reocupado de nuevo, pero ahora debió serlo por una población caracterizada por rasgos económicos y sociales que nada tenían que ver con los primeros ocupantes acomododos. Evidencia de lo que afirmamos son los
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sucesivos estratos y niveles de ocupación, que denuncian unas condiciones precarias de existencia. En esta etapa no aparece una firme y elaborada diferenciación de los suelos, los cuales se forman a base de simple tierra apisonada. Los ajuares son de escasa o nula suntuosidad; el mayor lote de hallazgos lo constituye la cerámica en diferentes calidades y formas; en general son producciones que han de datase a partir del siglo III.d.C. estando bien representadas varias formas lisas de sigillata clara, sin faltar tampoco pseudocampanienses, pintada, común, etc. Otros hallazgos son objetos metálico (adornos personales, monedas no identificables, etc.) y útiles elaborados en hueso tales como fusayolas agujas y prendedores de ropa y cabello.
En modo alguno carece de interés esta reocupación, pues es el testimonio de una época en que Calagurris y su entorno queda sumergida en un ambiente de dificultades crecientes. A diferencia de la anterior etapa altoimperial, ahora los estratos tardoantiguos no se hallan cubiertos por fragmentos de tégulas, hecho que nos habla de la ausencia de condiciones de confort en la ocupación de la nueva etapa.
La vieja construcción del Alto Imperio no fue utilizada en su totalidad durante la antigüedad tardía; solo se ha podido constatar la reutilización en la estancia sureste. En el estado actual de nuestra investigación, no es posible definir con detalle este fenómeno de reocupación, pues son muchos los elementos perturbadores que dificultan una interpretación matizada; por ejemplo, es seguro que las paredes fueron utilizadas como cantera de aprovisionamiento de piedra después de alguna de su reocupaciones, trabajos que en varios puntos afectaron a la ordenación estratigráfica.
En general, la caracterización de los ajuares recuperados nos remite a una etapa entre los siglos III y V d.C.; pero ello no autoriza a afirmar que se dio una ocupación continuada a lo largo de tal período; y es que la rápida sucesión en cierto momento de varios niveles de escasa potencia permite pensar en ocupaciones temporales con etapas intermedias, más largas o más cortas, de nuevos abandonos.
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Parece que la vivienda en su primera y boyante etapa estuvo integrada en los límites del casco urbano de Calagurris, pero quedó luego en su periferia y extrarradio tras la retracción que debió sufrir a partir del siglo III el perímetro de la ciudad. Con seguridad, las murallas constatadas en las prospecciones de 1972 a no mucha distancia de la actual zona de trabajos, y que probablemente se levantaron a fines del siglo III, dejaron fuera de sus muros el terreno donde antaño se levantara la suntuosa vivienda que comentamos. Esta situación extramuros explica que la zona se convirtiera en área cementerial durante las edades media y moderna.
En una época bastante antigua, quizá visigótica o musulmana, se vertió sobre el bloque anterior de estratos una cantidad considerable de tierras procedentes de otros puntos de la ciudad; entre ellas es frecuente encontrar abundantes fragmentos cerámicos de la primera Edad del Hierro y de la fase ibérica de la ciudad de Calagurris.
Fue así como definitivamente la zona antaño urbanizada y rica quedó convertida en campo de ruinas y desescombro; a partir de entonces, en un momento imposible de precisar, mutó su vieja funcionalidad de habitación por la de área cementerial, De esa nueva función son testimonios los muchísimos enterramientos descubiertos, no poseen ajuar de ningún tipo y en ocasiones están protegidos por cantos rodados las fosa para las inhumaciones atravesaron los estratos de la reocupación tardía y los formados por el vertido posterior de tierras; el amplio número de individuos enterrados permite pensar en una necrópolis utilizada largamente desde la Edad Media. La construcción de una tapia para acotar el camposanto municipal de la Edad Moderna se realizó destruyendo alguna de las tumbas preexistentes. Todavía durante el siglo actual las paredes de la vieja mansión romana que afloraban en la parte baja de la pendiente junto al camino fueron convertidas en cantera y la zona siguió recibiendo escombros de otros puntos de la ciudad, vertidos con los que se ha formado un manto superior de un metro de potencia que cubre la totalidad del yacimiento.
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TERCERA INTERVENCIÓN 1990
Bermúdez Medel, A.
Intervención de adecuación y rehabitliación en el sector arqueológico de La Clínica.
Estrato 3 - pp.22-25
Logroño 1991
El objetivo de la intervención de adecuación, tan sólo grosso modo tenía la pretensión de que el yacimiento recobrara el aspecto que tuvo con inmediata posterioridad a la excavación. Por un lado, esto era imposible debido a que en diez años se han producido destrucciones irreversibles en diversos puntos y alteraciones del aspecto original difícilmente subsanables; por otro lado, el terreno, después de excavado, como ocurre con cualquier otro, no ofrecía garantías de estabilidad y equilibrio con su entorno, originándose de inmediato desequilibrios que facilitaron la aparición de una importante serie de vías de erosión y degradación que atentaban directamente contra la conservación de los restos, sobre todo sumándose la agresión directa del hombre, especialmente grave en este caso.
La adecuación planteada consistía en la recuperación de las líneas estructurales básicas del conjunto arquitectónico, la consolidación de los restos conservados y finalmente la restitución de ese equilibrio con el entrono al que hemos hecho alusión, para evitar que el avanzado estado de degradación permitiera destrucciones aún mayores que las producidas hasta el momento y obtener, además, un condicionamiento general de cara a la visitabilidad (mediando o no programas de musealización del conjunto, restauración sistemática y/o excavación de sectores adyacentes para ulteriores ampliaciones).
El critero general aplicado para alcanzar esos objetivos contempla tratamientos de consolidación y restitución reversibles, basados en principios de reconstrucción analógica, combinados con un mimetismo puntual atemperado por el uso de indicadores diáfanos de la intervención (mimetismo moderado) con tal de garantizar la comprensión del conjunto sin ocasionar confusiones, manteniendo un equilibrio entre su aspecto macroscópico y la visión en detalle de cada uno de los elementos que lo constituyen. En definitiva, se trata de evitar impactos visuales
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desagradables o discordantes dando cierta uniformidad a las estructuras, pero lejos del concepto de falsificación, ya que las reposiciones se reconocen al fijar la vista en un punto determinado.
El aspecto general del conjunto es uno de los temas de mayor preocupación. Se trataba de definir claramente la estructura reticular de los restos y las alteraciones significativas de la misma aunque éstas últimas supeditadas a lo primero. Asimismo, cabe resaltar su distribución en tres terrazas, de las cuales la mejor conservada es la intermedia. A este respecto el diálogo de los colores y las texturas es un excelente instrumento de trabajo. En este caso se ha combinado el color verde proporcionado por el ajardinamiento del talud que limita el área por el extremo superior (se ha aprovechado un talud artificial que no era aconsejable retirar para evitar nuevas líneas de erosión), con el color marrón-rojizo de los restos conservados, destacando sobre un fondo o base neutra conseguido con el gris de una superficie homogénea de canto rodado. Con fines didácticos, se propone la conservación de los perfiles Este y Oeste; uno de ellos consolidado artificialmente y el otro protegido con un mallazo o geotextil recubierto con planta trepadora. Se trata, en este caso, de que pueda observarse, a modo de testigo y punto de referencia, el perfil original del terreno, antes de la intervención del arqueólogo y cómo éste ha actuado sobre el mismo. Estos dos testigos laterales soportan además las dos plataformas de acceso y puntos de mira principales del conjunto, unidos ambos por un pasillo longitudinal adosado a la pista escolar que se encuentra en la parte superior. No se ha contemplado la posibilidad de que los pisos dispuestos en el interior sean accesibles (excepto para labores de mantenimiento) y, por ello, la correcta distribución de las plataformas es condición indispensable.
Los muros de la terraza superior, tímidamente insinuados en el terreno, pero destacando sobre un fondo gris neutro, se sumergen misteriosamente en el talud ajardinado, mientras que el resto de las estructuras delimitan perfectamente ámbitos horizontales a niveles convencionalmente definidos, pero, en todo caso, siguiendo las directrices originales de la construcción y respetando, allí donde existe, el pavimento romano convenientemente consolidado. El engravillado proporciona, a lo
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largo de todos los recintos, ese fondo neutro no pisable al que se ha hecho referencia, marcando un agradable contraste con los muros de color marrón rojizo.
Se han valorado también aspectos como la protección y mantenimiento del sector.
PLAN DE TRABAJO
El plan de trabajo desarrollado se ha dividido en diversas fases, teniéndose muy en cuenta que el conjunto precisaba un tratamiento de choque, dado su deficiente estado:
1.- Limpieza y saneamiento del área excavada en campañas precedentes (empleando medios manuales).
2.- Restitución de los perfiles y niveles obtenidos en las excavaciones. Esta tarea indispensable, ha sido extremadamente difícil a causa de la escasa información disponible del proceso de excavación y a la inexistencia de las pavimentaciones originales, seguramente saqueadas en época tardorromana. Una vez alcanzado el punto dos, podía conocerse con exactitud la verdadera situación del conjunto y aplicarse el tratamiento oportuno. Hasta entonces las previsiones eran meras especulaciones fundamentadas en datos muy parciales. La realidad ha superado, con mucho, tales previsiones tanto en lo que respecta a la inversión de recursos, como a rendimiento de los mismos.
3.- Restitución mínima siguiendo criterios de reconstrucción analógica y mimetismo científico moderado, tal y como ya se ha señalado y con el fin también citado. La restitución se ha aplicado a dos niveles:
3.1.- restituciones/consolidación puntual en aquellos lugares donde era necesaria para garantizar la estabilidad de la estructura. Se trata de una restitución complementaria de la consolidación y diferenciada de la obra original mediante festones de cemento rápido divisables desde corta distancia. La piedra empleada procede del mismo conjunto, respeta los módulos primitivos y ha sido asentada con mortero de cemento ordinario al interior, mientras que las juntas, convenientemente
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rehundidas, han sido tratadas con mortero de cemento mimetizado con arcilla del lugar, alcanzando un alto grado de parecido con la junta original de la construcción. Como complemento, en algunos lugares donde se habían producido fuertes vías de erosión, se ha recurrido al levantamiento de una pantalla de hormigón, también mimetizada, que evita la erosión y contiene la terraza superior.
3.2.- reconstrucción estructural empleando un criterio analógico mixto. Se trataba de evitar soluciones de continuidad en el trazado de los recintos, dando una imagen virtual de los mismos. Para ello se han restituido los muros perpendiculares de la terraza media con estructuras de hormigón hasta la altura de arranque de la primera hilada de piedra vista (una vez determinada la cota del piso) y sobre ellas se han dispuesto coronamientos de mampostería empleando piedra original, tomada con procedimiento análogo al descrito anteriormente y diferenciada del tramo romano con festón de cemento rápido. La subestructura de hormigón se asienta directamente sobre el muro romano en aquellos puntos en que el plano de arrasamiento de éste se halla por debajo de la cota de pavimentación, pero para garantizar la reversibilidad del tratamiento, se han dispuesto superficies de discontinuidad entre ambos a base de material plástico.
Para contener las tierras de la terraza media y proceder a la horizontalización de los recintos ha sido preciso recrecer la pantalla longitudinal de hormigón que ya existía. Se ha levantado hasta la cota precisa, dejando la parte externa y visible desde el camino para ser convenientemente forrada en una segunda fase. No se ha considerado oportuno levantar el forro de mampostería hasta no estudiar el tema del muro inferior en su conjunto, que fue levantado en la década de los años 80 y cuyo tratamiento no es satisfactorio.
4.- Consolidación de estructuras
4.1.- Planos de arrasamiento. Se ha empleado un relleno interno de juntas a base de mortero de cemento ordinario y un tratamiento externo del mismo cemento mimetizado con arcilla. Dado que este último material es muy expansivo se producen
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grietas que, una vez cubierto el período de fragua, pueden ser rellenadas con tierra arcillosa del lugar, aunque tienden a taparse de forma natural en un período de tiempo corto. Este tratamiento de los planos de arrasamiento de los muros podía haber sido sustituido por la aplicación de mortero de cemento blanco y cal apagada, mimetizado con las tierras minerales adecuadas.
Como ya se ha indicado, la consolidación ha ido acompañada en algunos casos de pequeñas restituciones con el objetivo de uniformar planos y eliminar líneas de erosión por circulación de agua y lixiviación.
4.2.- Juntas. Consolidación puntual con mortero de cemento mimetizado (procedimiento anterior). La junta rehundida permite un tratamiento enmascarado y, en consecuencia, se evitan alteraciones significativas en el aspecto global del paramento.
Para ulteriores fases se reserva un tratamiento sistemático de juntas y una consolidación de paramentos aplicando resinas y consolidantes/hidrofugantes.
5.- Adecuación de pisos.
Tratándose de pisos convencionalmente definidos que no coinciden con la cota de los originales, cabe emplear un fondo neutro. El procedimiento de trabajo aplicado, una vez se han definido las cotas de acuerdo con el desnivel original del terreno y los paramentos murarios, es el siguiente:
5.1.- Rebaje controlado hasta alcanzas la cota -0.15 m. en cada recinto.
5.2.- Relleno de desniveles y hoquedades con tierra compactada hasta alcanzar la cota -0.15. en cada recinto.
5.3.- Engravillado (base neutra) con una capa 0.15 m. de canto rodado de 0.025 m. de diámetro.
El área que todavía conserva pavimento romano quedará visible, rodeada de la base neutra y protegida por un festón de
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mortero de cal y portland que evite la degradación de su perímetro.
Aunque el tratamiento del conjunto de La Clínica no habrá concluido con esta intervención, consideramos que ésta servirá para sentar las bases de futuras actuaciones, para asegurar la visibilidad del conjunto, para facilitar la integración y articulación de nuevas áreas hasta configurar un conjunto mixto arqueològico-esparcimiento, en base a un proyecto de restauración sistemática y adecuación general que, con el conveniente mantenimiento, ha de permitir a Calahorra disponer de un testigo representativo de su pasado histórico.
CUARTA INTERVENCIÓN
Antoñanzas Subero, M.A.
La Chimenea: Necrópolis y conjunto termal
Iberia 4 - pp.163-173
Logroño 2001
Antoñanzas Subero, M.A. - Tejado Sebastián, J.M.
La Chimenea 1: Necrópolis y conjunto termal
Congreso Nacional de Arqueología, en prensa
Zaragoza 2001
En cuanto a la necrópolis se han detectado veinticuatro inhumaciones; de las cuales diecinueve corresponden a individuos adultos y a cinco enterramientos infantiles.
Las inhumaciones presentan unas características comunes. Están orientadas oeste-este, mirando en dirección este, salvo dos individuos en que su posición varía levemente hacia el NE. Los individuos están depositados decúbito supino, con las manos sobre el abdomen o paralelas al cuerpo.
Las inhumaciones presentan dos tipologías de enterramiento diferenciadas. Unas se depositan en fosas excavadas en la tierra y otras están realizadas con lajas de arenisca. Veintidós de las veinticuatro inhumaciones pertenecen al tipo de enterramiento en fosa excavada en la tierra. Dentro de éstas se pueden establecer diferentes variantes. En algunos casos, el cuerpo queda enmarcado por cantos rodados y fragmentos de arenisca, que sirvieron para circunscribir la fosa y contener la tierra de las paredes de la misma. En otros casos, el cuerpo se deposita directamente en una fosa simple excavada en la tierra, sin ninguna estructura constructiva que la delimite Esto ocurre en tres de las cinco inhumaciones infantiles.
Estas tumbas no presentaban losas de cubierta y parece improbable que originariamente las tuvieran. La factura de escasa entidad de los laterales de la fosa compuesta por fragmentos de arenisca y cantos rodados, que aunque de una forma un tanto tosca, conforman los límites del depósito funerario, así parece indicarlo. Además, esta hipótesis se ve reforzada, por el hecho de
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no observarse signos de violación en estas tumbas, que haría pensar en una remoción de las cubiertas.
El segundo tipo de enterramientos pertenece a las denominadas de lajas, únicamente con dos ejemplos en nuestro caso. Las paredes de estas tumbas estaban formadas por sillares pertenecientes a los muros que reutilizan. Estaban cubiertas por losas de arenisca, colocadas in situ y sellando la inhumación.
En cuanto al ritual de enterramiento parece que se puede descartar el empleo de ataúdes de madera, ya que la posición de algunos individuos es muy forzada, adaptándose perfectamente al relieve del terreno, o acomodándose a las estructuras preexistentes. En este sentido, como ejemplo podemos destacar como un individuo aparece con las piernas recogidas y flexionadas para caber en su fosa que debió resultar pequeña para un individuo adulto. Sí se puede considerar más claro el empleo de sudarios que envolvían algunos cadáveres. Así, lo atestigua la posición de los hombros recogidos y elevados a los lados de la cabeza y de las piernas con las rodillas juntas en varios de los casos.
La ubicación de las sepulturas no apareció señalada en superficie mediante ningún tipo de estela o señal, aunque hay que apuntar que ninguna tumba es cortada por otra, por lo que no es descartable que tuvieran algún tipo de señalización.
Los enterramientos están amortizando una serie de estructuras termales cuyo último momento de utilización habría que fijarlo entre el siglo III y la 2ª mitad del cuarto. La no superposición de niveles de enterramiento y la no reutilización de las tumbas, nos permiten intuir que la ocupación del espacio como necrópolis no fue ni intensa ni prolongada en el tiempo.
Todas las tumbas reutilizan y reaprovechan elementos constructivos de las estructuras termales anteriores para la colocación de las inhumaciones y la construcción de las fosas, una vez que aquellas han sido abandonadas y han perdido su funcionalidad primigenia. Así por ejemplo, dos de ellos se depositan sobre el suelo del hipocaustum, mientras que otra
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inhumación amortiza un canal colmatado en el que apoya la cabeza.
Todas las inhumaciones carecen de ajuar funerario, y no contienen ningún tipo de objeto personal o de adorno. Este hecho dificulta su adscripción a un determinado momento histórico, pues ni siquiera esta ausencia de ajuares puede ser interpretada como manifestación de un ritual asociado a una cultura concreta. Por otro lado la escasez del material cerámico procedente del relleno de las fosas y su carácter poco representativo no nos permite precisar una cronología.
En este mismo sentido otro aspecto como la orientación este-oeste, tampoco es un factor determinante que nos permita inscribir esta necrópolis en un período concreto.
Sin embargo sí podemos decir que el tiempo transcurrido entre el abandono y ruina del complejo termal y la instalación de la necrópolis fue corto. Por un lado, la potencia del depósito de tierra es muy escaso entre las estructuras termales y las inhumaciones. Por otro lado muchas de ellas se asientan directamente en esas estructuras. Tanto es así, que parece ser una conducta en toda la necrópolis la tendencia manifiesta a buscar estas estructuras ( que deberían estar visibles, si no en su totalidad, sí en parte) para situar en ellas las inhumaciones, sirviéndoles de base de la tumba y como lugar de extracción del material de la fosa.
Por todo lo expuesto anteriormente, propondríamos el periodo de uso de esta necrópolis en algún momento comprendido entre el final de la amortización del conjunto termal y el periodo altomedieval, sin que podamos precisar más por el momento.
Hay que destacar, que en las proximidades de este solar se localiza un tramo de la muralla, con una cronología de segunda mitad del siglo III. Por tanto este espacio funerario quedaría extramuros de la ciudad, cuando estuvo en uso, lo que pudo constituir un factor determinante para su ubicación.
CONJUNTO TERMAL
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Estructuras termales
Como se ha indicado la necrópolis se superpone a los restos de un conjunto termal, del que se han identificado diferentes partes correspondientes a un praefurnium, un hipocaustum, una piscina y un canal de desagüe.
Del hipocaustum se conservan en el suelo las improntas de las pilae, así como las líneas del entramado ortogonal que sirvieron para colocar de una manera equidistante, las pilae en sus intersecciones Estas pilae eran de ladrillos circulares, de unos 14 cm. de diámetro. Ninguno de estos ladrillos ha aparecido in situ, pero si se han recogido en unidades estratigráficas de relleno. También en niveles de relleno, se han encontrado diferentes materiales propios de la hipocausis y de la suspensura como son ladrillos bipedales con incisiones onduladas, y ladrillos spicatum.
Por lo excavado hasta el momento podemos deducir que este hipocausto estaría dividido en dos estancias separadas por dos pilares, que servirían de apoyo a la suspensura.. Este sistema de apoyo central sufre una remodelación. En un momento posterior, se le adosan unas hiladas de sillarejos que lo unen con el muro oeste del hipocausto. El motivo de esta transformación pudo obedecer a la necesidad de reforzar el sistema de apoyo de la suspensura; o bien se realizó para acotar un espacio de uso más reducido. De estos dos pilares, sólo se conserva uno, ya que el segundo apoyo ha sido arrasado para colocar una inhumación.
Esta primera estancia del hipocausto, por su relación con el praefurnium habría que identificarla con el hipocausto del caldarium. De la segunda estancia sólo se ha podido excavar una mínima parte ya que ésta se introduce bajo las estructuras del patio de un colegio anexo.
Los muros que delimitan el hipocausto han sufrido un importante arrasamiento, sólo se conservan a nivel de cimentación, excepto el muro NO que aún mantiene 30 cmts. de altura máxima. La unión del suelo del hipocausto, de opus
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caementicium, a este muro, que aún conserva el revestimiento, se realiza con un remate a media caña.
El alto nivel de arrasamiento que presenta esta estructura, no se puede explicar únicamente por la reutilización de sus materiales para la construcción de las tumbas de la necrópolis, ya que el volumen del material constructivo recuperado es mínimo en comparación al que debería haberse encontrado, por las propias características constructivas del hipocausto. Por tanto, debemos suponer que una vez que las estructuras se inutilizan y abandonan su función originaria, la estancia debió servir como lugar de extracción de materiales fácilmente extraíbles y reutilizables para otras construcciones.
Anexo al muro S del hipocausto aparece un nivel de cenizas de gran potencia que corresponde a la actividad del praefurnium. Aquí se localizan también unos sillares de grandes dimensiones muy deteriorados por la acción directa del fuego. Por estas dos razones en esta zona habría que ubicar la boca del praefurnium. En torno al praefurnium se localizan una serie de muros y estructuras, aún no bien delimitadas, pero que a priori podrían estar relacionadas con el área de servicio de este horno.
En la zona NE del solar se localizan los restos de una piscina. De esta piscina sólo conservamos su pared S, construida con un aparejo de sillares de arenisca de mediano tamaño, y un grueso revestimiento de opus signimun. La unión del suelo con la pared de la piscina se realiza en cuarto de bocel con una argamasa hidráulica, para conseguir una perfecta impermeabilidad. El acceso a la piscina se realiza por medio de un escalón de arenisca. En el fondo hay un orificio de evacuación de agua, que conecta directamente con un canal. La mayor parte de la piscina, como ocurre con el hipocausto, se introduce bajo el patio del colegio antes citado, por lo cual su superficie total no se puede determinar.
Como hemos indicado, esta piscina desagua a un canal de opus caementicium, que discurre con dirección NE-SW.. El canal está cubierto por dos losas de arenisca de gran tamaño en el tramo más próximo a la piscina. Estas losas están unidas al canal con una fina capa de argamasa. El trazado del canal se ve
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afectado en varios puntos por la instalación de estructuras posteriores (muros de hormigón actuales y canalizaciones modernas), que lo cortan.
Colector
Durante la primera campaña de excavación se detectó en el área de La Chimenea 2 la existencia de dos muros de sillarejos paralelos con un enlosado de losetas irregulares de arenisca de pequeño tamaño. Esta estructura, en un principio, fue interpretada como una pequeña calle. Tras la ampliación del área de excavación se constató la continuidad de los muros paralelos en el área de La Chimenea 1, que se encuentra a una cota bastante superior. En esta área aparecieron cuatro peldaños de arenisca de grandes dimensiones junto con un pavimento de losas de mayor tamaño. Las unidades estratigráficas asociadas a este espacio se caracterizan por la abundancia de materiales tanto cerámicos como de construcción.
La distancia en el espacio entre ambas estructuras, el hecho de que estuviesen cortadas por un potente muro de hormigón perteneciente a la fábrica de conservas (que posteriormente se derribó), así como la distinta factura del pavimento –losas de mayor tamaño para la parte que salva el desnivel junto a los peldaños, y de menor tamaño para la superficie ya allanada- no permitía afirmar aún que nos encontráramos ante un único elemento urbanístico. Sin embargo, el proceso de excavación nos permitió ir constatando ciertas evidencias. Al final de la excavación de los dos sectores, las dos partes se unieron hasta percibirse como una única estructura. El cambio de desnivel existente en el terreno natural, y posiblemente en el nivel de uso de la ciudad romana, es salvado mediante los cuatro escalones de gran tamaño. En todo este espacio pudo comprobarse la existencia de un derrumbe, de sillarejos de arenisca y de tégulas, que apuntaban la posibilidad de que, en realidad, pudiera tratarse de un espacio inicialmente cubierto.
Por tanto, fue tomando forma la hipótesis de que en realidad nos encontraríamos ante un colector de dimensiones considerables, que formaría parte de las infraestructuras de
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servicios urbanos de la Calahorra romana. Que estaría relacionado con el conjunto termal excavado en el mismo yacimiento ya que una de las canalizaciones documentadas vertería sus aguas en él; e incluso con las estructuras de baños detectadas en diferentes intervenciones de urgencia en calles próximas y en la excavación de la Fábrica de Pablo Torres de similares características funcionales.
Materiales y cronología
Los materiales asociados a las estructuras termales nos aportan una cronología de uso que va desde época Claudia hasta mediados del IV. Esta fecha final nos la proporciona la abundante presencia de cerámica africana de cocina, y varios platos Drag. 15/17 que son datados hasta mediados del s. IV.
Este conjunto termal se superpone a edificaciones más antiguas de uso presumiblemente distinto, aún por precisar. Estos muros presentan direcciones y aparejos diferentes a las de las termas, y aparecen relacionados con estructuras, un silo por ejemplo, no asociables a las que normalmente aparecen en las termas. Además el material cerámico vinculado a dichas estructuras, nos aporta una cronología que nos sitúa en los siglos I a.C y siglo I d.C.
Aunque la identificación de los espacios excavados en todo este conjunto termal y de canalización de aguas parece clara, nos quedaría todavía por definir el sistema de accesos y el circuito de tránsito por el edificio, para poder abordar su interpretación global. Igual de interesante resultaría poder determinar, si existió relación entre este conjunto termal con la domus de “La Clínica”, tanto por razones de proximidad respecto a ella, como por el hecho de que muchas domus cuentan con este tipo de instalaciones termales.
Por otra parte, y a tenor de los resultados obtenidos en diferentes seguimientos arqueológicos en las calles anexas, donde se ha localizado la existencia de piscinas, hipocaustos y canales, no hay que descartar el integrar las estructuras aquí presentadas en un área termal de mayores dimensiones.
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